sábado, 23 de agosto de 2008

La niebla (2007)


La gente asustada acudirá a quien les prometa una solución.


Cuando hablo de "La niebla", no me refiero a la película de John Carpenter, ni a su innecesario "remake" protagonizado por yogurines, sino a la modesta película en la que Frank Darabont adapta una vez más una historia de Stephen King intentando recuperar la química que hizo de "Cadena perpetua" un clásico moderno.

La película empieza con escenas de naturalismo costumbrista que siguen la típica estrategia de mostrar una vida normal con la que el espectador pueda identificarse para así crear un contraste más brutal con los momentos más terribles (lo que funcionó muy bien en "Funny Games"). Pero Darabont no trata simplemente de maximizar el efecto de las escenas terroríficas. Al igual que sus anteriores películas eran fábulas sobre la integridad con uno mismo, con una cierta añoranza del pasado en el sentido más americano, "La Niebla" presenta escondido a simple vista un mensaje apocalíptico que permite interpretar de otra forma lo que vemos.

Un pueblo sufre una tormenta brutal. Al día siguiente, el protagonista va con su hijo al supermercado, cuando una nube oscura supuestamente letal les rodea. El referente visual de la película es más que evidente para cualquiera que haya visto las imágenes rodadas desde la calle el 11 de septiembre en Nueva York. Momentos antes, hemos podido ver el primer plano de una anciana que critica que se gaste tan poco dinero en educación y tanto "en sobornos y bombas". También hay por allí militares, y una repulsiva fanática religiosa con perpetua mueca de superioridad. ¿Hace falta que siga? Darabont está realizando una radiografía de la Norteamérica moderna cuyo rostro tan bien conocemos. Cuando a continuación un paleto reprocha al protagonista que éste se crea muy importante por sus estudios y por su relación con las grandes ciudades del país, y trata de solucionar un problema secundario mandando a morir sin necesidad a un joven, vemos que el guionista-director está presentando una caricatura (¿o debería decir retrato?) tomado del natural del típico estadounidense de a pie, militarista e irracional, que pretende solucionarlo todo a golpe de ejército y de orgullo patrio. Todo esto se presenta de una forma muy poco sutil, y sin embargo las críticas no han reparado en este evidente subtexto, quizás porque Darabont no ha sacado a nadie en la pantalla con una gabardina de la Gestapo.

La metáfora es clara: hay una amenaza exterior, y en el interior no se sabe cómo afrontarla, empeorando el problema por pura cabezonería y desorganización. Los personajes representan distintos grupos de la sociedad americana, subrayando la división entre los burgueses de las ciudades de la costa y el núcleo de "basura blanca" con complejo de inferioridad... pero todo ello queda enterrado porque se trata simplemente de una adaptación de un relato escrito por Stephen King hace 30 años. Formalmente, estamos ante una película de serie "B", rodada con cuatro duros a toda prisa (se avecinaba una huelga que paralizó Hollywood) y con actores de segunda fila, pero terrorífica, fiel a sí misma y tras la que se nota la mano de alguien con perspectiva de narrador y cosas que contar. Espero que esta obra sea el comienzo de la recuperación de Frank Darabont, y que nos siga ofreciendo películas con tanta miga.

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